Orden en el Caos
En el Amanecer de la Existencia, la Divinidad dormía en medio del Vacío Inmensurable, no existían las estrellas, ni los planetas, ni la vida. Cuando la Divinidad despertó, se sintió sola, y ni a la imagen de su propio Ser era capaz de percibir.
Entonces allí mismo, en el medio del Vacío, su primer Aliento emanó.
Fue entonces como surgió el Caos Incontenible, que llenaba el Vacío de lo visible y lo invisible, sin forma definida, ni color. No era luz ni oscuridad. Era el Todo y la Nada, en continua lucha por ocupar uno el espacio del otro. Sabía la Divinidad que la obra de su primera exhalación no había sido perfecta.
Así, habiendo aprendido, contuvo el Caos a través de su inhalación, y volvió a su sueño, deseando con fervor una obra perfecta luego de su despertar. Pero durante Su sueño, la Divinidad fue emanando hacia el Vacío una parte de sí misma. Por eones, esa parte se fue dividiendo en una multitud de hermosas formas de Luz, cada una de las cuales fue adquiriendo conciencia de sí misma y obtuvo una virtud de acuerdo a la parte de la mente de la Divinidad que lo había emanado.
Finalmente, después de eones durmiendo, la Divinidad despertó. Al verse rodeada de tantos Seres emanados de sí mismo, se sintió maravillada. Estos seres le llamaron "Padre", y así le llamarían en adelante. El Padre comprendió que incluso soñando, estaba iniciando Su Obra nueva y definitiva, y que trabajando en conjunto con ellos, el Caos Incontenible que estaba a punto de exhalar cobraría la forma deseada. En plena confianza, exhaló.
El Caos volvió a ocupar el Vacío, pero esta vez el Padre dio un paso en medio de lo incontenible, y entonces instruyó a los Seres de Luz que dieran forma a todo lo que les rodeaba. Y Así hicieron: Cada uno tomó una parte del Caos y, de acuerdo a la virtud otorgada y a la voluntad del Padre, fue creando diversas formas, y estas a su vez eran de distintos tamaños y elementos. De esta forma nació el Cosmos.
Dio el Padre otro paso en medio del Cosmos y, satisfecho por la perfección de Su obra, volvió a exhalar, pero este aliento era diferente. Era el Aliento de la Vida, a través del cual una cantidad incontable de seres corpóreos fueron creándose en todos los Mundos, estos con el tiempo evolucionarían y muchos de ellos ganarían inteligencia propia.
Dio el Padre un último paso en medio del Cosmos, y dijo: "Bendigo a esta Creación, a los seres que la habitan y a todos ustedes, mis Mensajeros, que de mi sueño nacieron. Ahora, más nunca conoceré la soledad. Del Caos ha surgido el Orden y éste mantendrá la perfección de nuestra Obra. Viajemos por todo el Cosmos, por todos los Mundos, conozcamos a todos los seres y enseñémosle la tarea de preservar el Orden, la Armonía entre ellos y a valorar el Amor con el cual se les ha creado".
Así, todos los Mensajeros se dispersaron por el Cosmos, para mantener el Orden en él y enseñarles el Destino que el Padre les ha dado, que es amar la Creación, cuidar los Mundos que habitan, multiplicarse y amarse.
Esos son nuestros ángeles, los que nos cuidan, protegen y a través de distintas señales nos enseñan los valores que debemos desarrollar, como la fe, el amor, la unión. Muchos de ellos nos ayudan y sirven de manera anónima y conforme al Orden, la Gracia y la Voluntad Divina. No desean adoración, porque no son dioses. Son Mensajeros del Padre, cuya Esencia es su origen.
Pero existe un grupo de ellos que continuamente podemos llamar para que nos asistan en medio de las tribulaciones. Son los Ángeles con Nombre, aquellos a los que llamamos Arcángeles. son los que más cerca se encuentran de nosotros. A pesar de que son sólo un grupo, son tantos que no alcanzarían las líneas para nombrarlos aquí. Desde el comienzo de los Tiempos han estado con nosotros y estarán hasta el final. Nunca dudes en llamarlos en el Nombre de Dios Padre, porque ellos nunca dudarán en atenderte. No esperes que te hablen al oído, pero su poder se impondrá a través de la manifestación de lo que pidas con fe, pero recuerda una vez más: siempre apegados al Orden Divino.
Fue entonces como surgió el Caos Incontenible, que llenaba el Vacío de lo visible y lo invisible, sin forma definida, ni color. No era luz ni oscuridad. Era el Todo y la Nada, en continua lucha por ocupar uno el espacio del otro. Sabía la Divinidad que la obra de su primera exhalación no había sido perfecta.
Así, habiendo aprendido, contuvo el Caos a través de su inhalación, y volvió a su sueño, deseando con fervor una obra perfecta luego de su despertar. Pero durante Su sueño, la Divinidad fue emanando hacia el Vacío una parte de sí misma. Por eones, esa parte se fue dividiendo en una multitud de hermosas formas de Luz, cada una de las cuales fue adquiriendo conciencia de sí misma y obtuvo una virtud de acuerdo a la parte de la mente de la Divinidad que lo había emanado.
Finalmente, después de eones durmiendo, la Divinidad despertó. Al verse rodeada de tantos Seres emanados de sí mismo, se sintió maravillada. Estos seres le llamaron "Padre", y así le llamarían en adelante. El Padre comprendió que incluso soñando, estaba iniciando Su Obra nueva y definitiva, y que trabajando en conjunto con ellos, el Caos Incontenible que estaba a punto de exhalar cobraría la forma deseada. En plena confianza, exhaló.
El Caos volvió a ocupar el Vacío, pero esta vez el Padre dio un paso en medio de lo incontenible, y entonces instruyó a los Seres de Luz que dieran forma a todo lo que les rodeaba. Y Así hicieron: Cada uno tomó una parte del Caos y, de acuerdo a la virtud otorgada y a la voluntad del Padre, fue creando diversas formas, y estas a su vez eran de distintos tamaños y elementos. De esta forma nació el Cosmos.
Dio el Padre otro paso en medio del Cosmos y, satisfecho por la perfección de Su obra, volvió a exhalar, pero este aliento era diferente. Era el Aliento de la Vida, a través del cual una cantidad incontable de seres corpóreos fueron creándose en todos los Mundos, estos con el tiempo evolucionarían y muchos de ellos ganarían inteligencia propia.
Dio el Padre un último paso en medio del Cosmos, y dijo: "Bendigo a esta Creación, a los seres que la habitan y a todos ustedes, mis Mensajeros, que de mi sueño nacieron. Ahora, más nunca conoceré la soledad. Del Caos ha surgido el Orden y éste mantendrá la perfección de nuestra Obra. Viajemos por todo el Cosmos, por todos los Mundos, conozcamos a todos los seres y enseñémosle la tarea de preservar el Orden, la Armonía entre ellos y a valorar el Amor con el cual se les ha creado".
Así, todos los Mensajeros se dispersaron por el Cosmos, para mantener el Orden en él y enseñarles el Destino que el Padre les ha dado, que es amar la Creación, cuidar los Mundos que habitan, multiplicarse y amarse.
Esos son nuestros ángeles, los que nos cuidan, protegen y a través de distintas señales nos enseñan los valores que debemos desarrollar, como la fe, el amor, la unión. Muchos de ellos nos ayudan y sirven de manera anónima y conforme al Orden, la Gracia y la Voluntad Divina. No desean adoración, porque no son dioses. Son Mensajeros del Padre, cuya Esencia es su origen.
Pero existe un grupo de ellos que continuamente podemos llamar para que nos asistan en medio de las tribulaciones. Son los Ángeles con Nombre, aquellos a los que llamamos Arcángeles. son los que más cerca se encuentran de nosotros. A pesar de que son sólo un grupo, son tantos que no alcanzarían las líneas para nombrarlos aquí. Desde el comienzo de los Tiempos han estado con nosotros y estarán hasta el final. Nunca dudes en llamarlos en el Nombre de Dios Padre, porque ellos nunca dudarán en atenderte. No esperes que te hablen al oído, pero su poder se impondrá a través de la manifestación de lo que pidas con fe, pero recuerda una vez más: siempre apegados al Orden Divino.
Este 29 de Septiembre, día de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, doy las gracias a ellos y a todos los demás, por su cuota de virtud transmitida hacia mi persona en diversos momentos. Dedico esta historia a a Jofiel, quien me enseñó a discernir entre sabiduría y conocimiento; a Chamuel, quien me enseñó que para poder dar amor a otros, debo amarme a mí mismo; a Gabriel, quien iluminó mis días más oscuros y venció a mis sombras en el momento en que yo lo creía imposible; a Rafael, cuya presencia sanadora siempre ha atendido a mi llamado; a Uriel, cuyo mensaje de Paz acalla mis tribulaciones; a Zadquiel, radiante ejemplo de misericordia y perdón; a Ariel, que con la fuerza de los leones me enseñó a dominar mis miedos y a hacer respetar mi individualidad, sentirme orgulloso de ser alguien con propias convicciones, pero siempre respetando las de los demás; y definitivamente a Miguel, quien me transmitió valor para vencer a las sombras por mí mismo, me guió a tomar las decisiones más cruciales, me protegió en el momento en que más lo necesité, y lo sigue haciendo hasta ahora. ¿Quién en la Tierra puede contra ellos? Gracias Padre por haberlos creado junto con todos los demás Seres de Luz, y por todas las bendiciones recibidas.
Arael Tórin (29/10/2010)
Arael Tórin (29/10/2010)
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