Retrospectiva: Primer Encuentro

En medio del mar de agua y fuego, otra visión se manifiesta. Es el Árbol recurrente a cuyo pie está él, el Guardián, el anfitrión, quien con su mano me invita a entrar a ese mar para aceptar su saludo.
Pero es muy profundo para entrar. Temo por mi integridad. Este mundo es nuevo para mí -aparentemente-, y creo que puede ser una trampa, quizás por haber caído en otras tantas oportunidades. Pero "¿por qué aun dudando, siento la necesidad de llegar allí?" me pregunto, "¿Debo confiar en mi intuición o en la razón?".
Decido confiar en la primera y entrar al mar de agua y fuego, en dirección al Árbol y a mi anfitrión. Y aun cuando no toco el fondo no llego a hundirme. Estoy pisando el vacío y aun así el fuego que arde bajo el mar no me daña.
Mi anfitrión entonces se sienta a esperar. Siento que mi camino ha durado siglos antes de poder llegar al otro lado, aun cuando mi sueño dure minutos. En el Éter Absoluto, el tiempo no existe.

No hay marcha atrás. He puesto finalmente pie en la isla, pero mi anfitrión ya no está en la orilla. "¿Dónde está?" me pregunto. Dirijo la mirada hacia la Ciudad de Luz que ahora rodea al Árbol y sus puertas están abiertas. Allí, como ángel radiante de luz violeta, está mi madre esperando. Corro a abrazarla y lloro de felicidad. Me toma de la mano y me invita a pasar.
Esto no es una Ciudad, es un Jardín. Infinidad de seres de luz, estrellas vivientes, me dan la bienvenida como si de un invitado a una gran celebración se tratase. Al centro veo al Árbol y, aún esperándome al pié, está el anfitrión. Mi madre se detiene, me abraza y besa, me bendice y emocionada me empuja suavemente, haciéndome pasar al centro. Pequeñas luces me rodean cual luciérnagas y me abren camino hacia el Guardián, sigo el claro y, finalmente, toco la mano que desde el principio del viaje me había sido extendida en espera.
Ahora puedo verle claramente: un joven alto, cubierto de luz, tiene como plumas -también de luz- en la cabeza y además no está solo. Una lechuza blanca se postra sobre el Árbol y detrás, descansa un inmenso león. Quizás estos seres no sean más que un aspecto de la presencia del joven anfitrión, porque los tres comparten la misma mirada analítica, que escudriña cada parte de mi alma y explora mi yo etérico. El joven sonríe y habla: Yo Soy el Cambio.
Mi forma de ver la vida no será igual. Estoy en el lugar correcto. Ya no me considero un invitado, sino uno más de la familia. A diario lucho por seguir teniendo un lugar a donde ir cuando mi cuerpo descansa... a mi Jardín de Ensueño. No importa si no me conoces en persona, cuando quieras conversar conmigo, duerme pensando en éste lugar. Aquí me encontrarás, comulgando con mi Ángel Solar.
Yo también Soy el Cambio.
Arael Tórin.
2 comentarios:
Hola Arael!! Buenas tardes
Fue muy lindo abrir mi correo y encontrarte.
Me maravillo lo descripto, y lo bello que debe ser el recordar lo que vivimos con nuestro traje de sueños.
Yo se que viajo, pero no recuerdo, pero se que viajo por las certezas que tengo para el diario vivir.
Tu relato me hace recordar al momento de la pelicula contacto ella llega a ese lugar donde está el padre, no se si la has visto.
Cuando yo la vi, hace varios años ya tuve la certeza de que estaba basada en un hecho real.
Gracias Arael por compartir este maravilloso viaje, y contactarse con la realidad del SER
Un abrazo
Qué grato es saber que nos sigues desde tan lejos en la distancia, Dios te bendiga siempre Lucia.
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