Decreto de Poder de la Llama Plateada
¿Repetirías estas breves palabras hasta que las sientas en tu corazón?
En nombre de la Presencia Suprema, invoco a los Señores del Cambio, comandados por el Arcángel Miguel, y de estos Señores, muy especialmente al Arcángel Ariel, con su legión de ángeles de la Llama Plateada, para que rodeen e impregnen cada rincón, bóveda, territorio en, sobre y debajo de la Tierra. Que la Llama Plateada sirva su propósito liberador de todo egregor, influencia o sentimiento de confrontación entre los seres humanos.
Que penetre los corazones más duros e inexorables, y ablande todo deseo de dominio, toda actitud pesimista, bloqueos, apegos y tristezas. Que prevalezca la Cordura, la Gracia y la Ecuanimidad y se restaure en estos corazones la quintaesencia del amor y la felicidad en plenitud.
Amados Señores del Cambio, establezcan sus Baluartes de Plata contra el enemigo y sirvan estos como guía para las almas que caminen o no sobre la Tierra. Vengan ustedes mismos, Señores de la Orden de Melquisedec, Guerreros de Paz y Justicia, caminen con nosotros e impongan su poder liberador contra el sufrimiento y la desesperación.
En nombre de la Presencia Suprema, invoco a los Señores del Cambio, comandados por el Arcángel Miguel, y de estos Señores, muy especialmente al Arcángel Ariel, con su legión de ángeles de la Llama Plateada, para que rodeen e impregnen cada rincón, bóveda, territorio en, sobre y debajo de la Tierra. Que la Llama Plateada sirva su propósito liberador de todo egregor, influencia o sentimiento de confrontación entre los seres humanos.
Que penetre los corazones más duros e inexorables, y ablande todo deseo de dominio, toda actitud pesimista, bloqueos, apegos y tristezas. Que prevalezca la Cordura, la Gracia y la Ecuanimidad y se restaure en estos corazones la quintaesencia del amor y la felicidad en plenitud.
Amados Señores del Cambio, establezcan sus Baluartes de Plata contra el enemigo y sirvan estos como guía para las almas que caminen o no sobre la Tierra. Vengan ustedes mismos, Señores de la Orden de Melquisedec, Guerreros de Paz y Justicia, caminen con nosotros e impongan su poder liberador contra el sufrimiento y la desesperación.
Dicho está, escrito está. Yo también Soy el Cambio.
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