Perdonar = Dharma
Aun cuando nos sentamos a mirar al mundo avanzar sin hacer nada por él, lamentando y sintiendo odio hacia los seres que nos han dañado, estamos generando Karma. Si lo dejas descender, puede que sufras y hagas sufrir a quienes están cerca. Si no haces algo, nada te hará escapar.
Cada vez que abro mi corazón a perdonar a otros, recibo bendiciones desde mi propia alma, eso es lo que siento. Pero estas se multiplican si aprendo a perdonarme a mí mismo. Por la Ley del Perdón y del Olvido... ¿Olvido? Si bien la realidad humana nos impide cumplir esto último, siempre podemos estar dispuestos a recordar sin que se nos amargue el corazón. Eso, aunque no lo hagamos directamente, es perdonar.
Por los que he perdido y los que siguen conmigo. Por quienes amé y me amaron. Por el bien que nos hicimos y por el daño que pudimos habernos causado. ¿Debo pensar en ello ahora? ¿Debo torturarme por lo que pude haber arreglado a tiempo con ellos? Ya pasó, no hay marcha atrás. Los bendigo, perdono y les pido perdón. Debo seguir adelante, eso les es más valioso que el falso arrepentimiento.
Aciertos y errores, ganar y perder, premio y castigo. En la vida recibo lo que doy. Karma y Dharma en contienda sin fin. Disfruto el dharma, lo bendigo y acepto. ¿Pero debo rechazar el karma sabiendo que es consecuencia de mis desaciertos? Debo ser humilde y entender que tanto el triunfo como la derrota provienen de las decisiones que tomo, sean estas o no acertadas.
Las personas vienen y van de nuestras vidas, nada puede garantizar que agrademos a cada una de ellas. Unas nos darán grandes enseñanzas a través de sus acciones. Si las cosas se ponen duras, no nos queda más que perdonarles y más bien agradecer lo que hemos aprendido, pero sobre todo perdonarnos a nosotros mismos, porque las hemos llegado a odiar con todo nuestro corazón, hemos llegado a desearles lo peor. Pero una vez que pasa la tormenta, quizás podamos tomarnos un tiempo para bendecirlas, y pedir a su alma que así como hemos aprendido nosotros, ellas también lo hagan y tengan tiempo suficiente en sus vidas para rectificar sus faltas.
Y nosotros, lejos de estarnos lamentando por lo que fue, quizás podamos manifestar la paz a nuestra humanidad a través del ahora. Porque tiempo para cosechar lo que siembres, no será en un futuro, hazlo ahora para que los que vengan a ti, encuentren a un triunfador, un cosechador de dharma.
Cada vez que abro mi corazón a perdonar a otros, recibo bendiciones desde mi propia alma, eso es lo que siento. Pero estas se multiplican si aprendo a perdonarme a mí mismo. Por la Ley del Perdón y del Olvido... ¿Olvido? Si bien la realidad humana nos impide cumplir esto último, siempre podemos estar dispuestos a recordar sin que se nos amargue el corazón. Eso, aunque no lo hagamos directamente, es perdonar.
Por los que he perdido y los que siguen conmigo. Por quienes amé y me amaron. Por el bien que nos hicimos y por el daño que pudimos habernos causado. ¿Debo pensar en ello ahora? ¿Debo torturarme por lo que pude haber arreglado a tiempo con ellos? Ya pasó, no hay marcha atrás. Los bendigo, perdono y les pido perdón. Debo seguir adelante, eso les es más valioso que el falso arrepentimiento.
Aciertos y errores, ganar y perder, premio y castigo. En la vida recibo lo que doy. Karma y Dharma en contienda sin fin. Disfruto el dharma, lo bendigo y acepto. ¿Pero debo rechazar el karma sabiendo que es consecuencia de mis desaciertos? Debo ser humilde y entender que tanto el triunfo como la derrota provienen de las decisiones que tomo, sean estas o no acertadas.
Las personas vienen y van de nuestras vidas, nada puede garantizar que agrademos a cada una de ellas. Unas nos darán grandes enseñanzas a través de sus acciones. Si las cosas se ponen duras, no nos queda más que perdonarles y más bien agradecer lo que hemos aprendido, pero sobre todo perdonarnos a nosotros mismos, porque las hemos llegado a odiar con todo nuestro corazón, hemos llegado a desearles lo peor. Pero una vez que pasa la tormenta, quizás podamos tomarnos un tiempo para bendecirlas, y pedir a su alma que así como hemos aprendido nosotros, ellas también lo hagan y tengan tiempo suficiente en sus vidas para rectificar sus faltas.
Y nosotros, lejos de estarnos lamentando por lo que fue, quizás podamos manifestar la paz a nuestra humanidad a través del ahora. Porque tiempo para cosechar lo que siembres, no será en un futuro, hazlo ahora para que los que vengan a ti, encuentren a un triunfador, un cosechador de dharma.
Yo también Soy el Cambio.
Arael Tórin
4 comentarios:
Hola Arael, sigo con alegría El Blog, comparto todo lo que en el hay, ahora quiero enviarte una carta no se de que forma hacerlo, necesito tener la oportunidad de una relación mas estrecha de toda lainformación. Gracias Lucia
Lucia Puerta http://lucia-lapluma.blogspot.com
Resistido por la mente
sediento
me interno en las cumbres más profundas
y contemplo
como libran la batalla
tanto el Dharma como el Karma
Asistido por la intriga
sediento
me recreo en los planos más sutiles
y contemplo
como entierran a sus muertos
tanto el Dharma como el Karma
RC.
Ana, espectacular tu reflexión! Me gustó mucho como refleja esa continua batalla interna.
Lucia, con mucho gusto esperaré tu correo en fuerzadelcambio@yahoo.es
Saludos desde Venezuela!
Gracias Arael, siempre un placer en breve te envio correspondencia
Saludos desde Las Grutas R.N ARGENTINA
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